No permitas que las preocupaciones de la vida diaria te priven de las grandes maravillas que nos ofrece la naturaleza cada día, gratuitamente. No estoy insinuando que vivas una vida despreocupada. Sin embargo, considera los resultados de cierto estudio que encontró que de todo aquello de lo que las personas se preocupan, un 40% son cosas que nunca suceden; un 30% de las preocupaciones que embargan nuestra mente son hechos que ya han sucedido, que forman parte del pasado y sobre los cuales todas nuestra preocupaciones no van a ejercer ningún efecto; un 12% son preocupaciones innecesarias sobre nuestra salud; un 10% son preocupaciones vanas y sin sentido y sólo un 8% son preocupaciones legítimas. En conclusión, el 92% de las preocupaciones que ocupan la mente de la persona promedio, su tiempo, y su actitud, son causa de ansiedad y estrés y son absolutamente innecesarias. Y no sólo son innecesarias, sino que nos vuelven cínicos ante la grandiosidad de muchas cosas simples que ocurren cada día y que pasan frente a nosotros sin que las notemos. ¿Cuándo fue la última vez que diste un paseo por el parque con tu esposo o esposa? ¿Cuándo fue la ultima vez que te paraste a detallar la sonrisa de un niño? ¿Qué es lo primero que notas cuando sales para tu trabajo en la mañana? El amanecer soleado y cálido o el tráfico? Si ves? Cada día tienes la opción de escoger en qué enfocar tu mente. Entonces determina en qué te estás enfocando: si sales a dar un paseo por la ciudad y lo único que ves es tráfico, o si abres la ventana y lo único que percibes es la contaminación, o si cuando hablas con una persona tienes como norma dudar de todo lo que ella diga, francamente te habrás condenado tu mismo a vivir una vida infeliz, llena de estrés y ansiedad. Si eres incapaz de admirar la belleza de un atardecer, o apreciar el canto de un pájaro, o consideras una pérdida de tiempo el sentarte en una playa a observar la belleza del mar, estarás perdiendo la oportunidad de disfrutar de muchas de esas maravillas que la naturaleza ha puesto para ti, absolutamente gratis. Y lo peor de todo es que muchas veces esta actitud se extiende a nuestras relaciones personales. Ignoramos o no apreciamos aquello que otras personas quieren ofrecernos. Hace algunos días, recibí una llamada en mi teléfono celular a mitad de la tarde. Era mi hijo de seis años, tan entusiasmado que no se pudo aguantar a que mi esposa le trajera a casa y le pidió que me llamara desde su celular para decirme que ese día había terminado su tarea de matemáticas en tan solo 7 minutos. ¡Imagínense! 7 minutos. No te imaginas lo emocionado que estaba. Y después de unos minutos en el teléfono, no se cuál de los dos estaba más entusiasmado. Ahí mismo, hicimos una cita para ir a la heladería a comprar su helado preferido. ¿Pero ves? Yo hubiese podido simplemente decir: O.K. muy bien, y si hubiera hecho eso, hubiese perdido una oportunidad espectacular de aceptar ese regalo que mi hijo me estaba haciendo. A eso es que me refiero cuando digo “Nunca pierdas la capacidad de asombrarte por las cosas buenas que ocurren a tu alrededor” Yo sé, porque lo he oído, que hay personas que responderían a esa proeza de acabar sus labores en tan solo siete minutos, con un comentario sarcástico como: “Bueno, ya era hora que comenzaras a hacer algo bien”. Toma unos minutos para pensar acerca de aquellas cosas que ocurren a tu alrededor, posiblemente todos los días, y que quizás has dejado que pasen desapercibidas y piensa cómo puedes, de hoy en adelante, comenzar a aceptarlas nuevamente con entusiasmo. Recuerda: si quieres desarrollar una gran actitud no olvides nunca perder tu sentido de admiración por la gran belleza del universo.
Por: Dr. Camilo Cruz